El discípulo le dijo al maestro:
-¿Cómo puedo cuidar de mí?
El Maestro contestó sin titubear:
-Piensa que eres una flor.
El discípulo preguntó sorprendido:
-¿Y qué tengo que hacer?
El Maestro respondió:
-Primero has de elegir el momento para sembrar tus semillas.
El tamaño del hoyo ha de ser proporcional a tu corazón y has de dejar espacio para tus raíces y que la tierra esté suelta. Luego ten en cuenta qué semillas pones en tu corazón. Protege tus raíces del frío. Eres una flor de interior y exterior.
Cuando estés en el exterior cuida tu cuerpo al igual que una flor para que no te quemes por el Sol y que la contaminación ambiental no te perjudique. Eso significa que todo lo exterior que te da luz y energía lo debes recibir de un modo equilibrado y en dosis saludables. Si recibes más de lo que estás preparado para recibir entonces tu organismo se verá saturado y si no recibes suficiente luz y energía entonces te faltará el alimento para crecer y te sentirás sin vida, como si te faltara el aire para respirar.
El Maestro prosiguió:
-Y cuando estés en el interior también has de alimentar tus raíces para que tu corazón no se muera de sed. Al igual que una flor siempre necesitarás agua para florecer; cambia tus aguas cada día porque si el agua se estanca pudre las raíces.
El discípulo estaba escuchándolo atentamente y preguntó:
-¿Eso es todo Maestro?
El Maestro le miró a los ojos y continuó:
-Tú eres la flor y eres el jardinero. Eres el jarrón y eres la flor. Ahora necesitas un buen abono para que puedas crecer desde las raíces, con una hermosa copa y mirando recto al horizonte, que tus ramas no crezcan torcidas sin dirección a seguir.
El discípulo preguntó:
-¿Y qué abono tengo que usar?
El Maestro sin dudar respondió:
-El mejor abono es el Amor.
Con Amor todo crece de un modo sano y equilibrado.
También has de podar tus hojas para que todo lo negativo en ti no pueda florecer. El Maestro añadió:
-Y no olvides de cambiar tu maceta a medida que vayas creciendo. Cuida siempre tu espacio para que lo exterior no te asfixie y aprende de cada nuevo espacio donde tengas que vivir. Entonces el discípulo preguntó con curiosidad:
-Maestro, ¿y qué clase de flor soy?
El Maestro le contestó:
-El tipo de flor no es importante. La clase de flor es tu personalidad. Lo importante es tu esencia, tú estás por encima de etiquetas y clasificaciones. Lo importante únicamente es ser flor y crecer desplegando todo tu potencial con el mejor de tus aromas.
Autora: Carmina Vallverdú del Olmo
En este cuento se nos habla de la belleza que somos y que podremos disfrutar de ella tanto nosotr@s como los demás si nos dedicamos todos los cuidados necesarios para ello. La belleza que vemos fuera de nosotr@s es porque existe en nosotr@s, sino será imposible hacer la tarea que nos encomienda el cuento con nosotr@s mism@s.
En este cuento se nos habla de la belleza que somos y que podremos disfrutar de ella tanto nosotr@s como los demás si nos dedicamos todos los cuidados necesarios para ello. La belleza que vemos fuera de nosotr@s es porque existe en nosotr@s, sino será imposible hacer la tarea que nos encomienda el cuento con nosotr@s mism@s.
Este cuento esta asociación a la energía de la Estrella del Sincronario 13 lunas maya galáctico.
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Los
creadores de estas obras aquí recopiladas nos han dado un tesoro que
perdurará en nuestra memoria y actos. Que nos ayudaran a sembrar
semillas de gratitud, alegría y bienestar entre quienes nos rodean.
Porque estar alegre nos permite compartir sin mirar con quien. Mirar la vida con los ojos de la alegría y observar sus maravillas.
Gracias
por la labor de quienes hicieron posible este aprendizaje, quienes lo
comparten y quienes lo utilizan para su crecimiento y el de los demás.
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por dedicaros vuestro tiempo en amaros y nutriros, gracias a ello
estáis aportando un cambio al mundo para vivir en armonía.
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públicos. Donde aprendemos a través del juego desde el adulto que somos y
donde los valores son más importantes que ganar o perder
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Imparte "La Chamana de la Risa" Micaela Barrasa García
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