A ninguno de los tres le gustaba el trabajo y habían confiado su vida a la buena suerte. Como el anciano estaba muy enfermo y a punto de partir a su morada eterna, pensó en cual debía ser la herencia que les dejaría a sus tres hijos, luego de mucho reflexionar los reunió y les dijo:
?Les voy a revelar un secreto que he guardado muy preciadamente para este tiempo en que debo partir y no estaré mas con ustedes, el secreto es que en el campo cerca de alguna de las vides hay enterrado un tesoro, a escasa profundidad, si lo encuentran, los tres podrán vivir muy cómodamente por el resto de sus vidas?.
A los pocos días el anciano murió.
Entonces los hijos se repartieron la tierra en partes iguales y comenzaron a cavar en ella de una forma más o menos concienzuda. No contrataron peones ya que temían que si estos encontraban el tesoro lo guardarían para ellos, no estaban dispuestos a correr ningún riesgo.
Los tres hermanos realizaron un trabajo minucioso, esmerado, meticuloso, lento y prolijo ya que se tomaron el tiempo para dar vuelta cada terrón en búsqueda del tan preciado tesoro.
El delicado y preciso trabajo realizado les llevó un mes y medio y no encontraron nada. Se dijeron entonces cambiemos los lotes y repitieron la operación sin hallar nada en esta segunda oportunidad. Con preocupación en sus rostros ya que creían haber rastreado absolutamente todo el terreno, no una solo vez sino dos veces; Se juramentaron realizarlo una vez más rotando las parcelas pero el resultado fue el mismo, es decir: ?nada encontraron de lo que buscaban?.
Pero al cabo de cuatro meses, descubrieron que las vides estaban cargadas de enormes racimos de uvas, los cuales eran para envidia de todos los labradores de los alrededores quienes preguntaban a los tres muchachos:
- Cómo habían logrado obtener semejantes racimos de uvas?,
- Qué técnica habían utilizado?,
- Cuál había sido el abono con que habían fertilizado el suelo?.
Ellos mismos estaban sorprendidos de los resultados obtenidos y luego de realizar un análisis de lo sucedido se dieron cuenta que el tesoro que les había dejado su anciano padre era la bendición que produce el trabajo realizado de manera adecuada y en forma persistente.
Como la tierra había sido removida con tanta dedicación, esa misma tierra respondió al cariño con que había sido tratada y la cosecha fue muy abundante y les dio una ganancia superior al valor del tesoro que buscaban.
Así que descubrieron que, si repetían el esfuerzo todos los años, podrían vivir cómodamente como su padre les había anunciado.
El tesoro estaba en la tierra, pero había que buscarlo de otra manera.
Para ir a la Fuente del cuento, pincha aquí. Gracias a Tormenta Lunar en FB por darme a conocer este cuento.
En este cuento se nos muestra que para vivir podemos hacerlo desde el cuidado y amorosidad que nos da cuidar la Tierra para que nos entrege sus frutos. Hay veces que los padres han de enseñar a los hijos de manera diferente para que estos alcancen su sabiduría por sus propios medios y no por los que la sociedad les puede dictar. Encontrar y valorar nuestros tesoros es algo muy personal e importante para el desarrollo de nuestra calidad de vida.
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