Una niña pequeña tenía una muñeca que amaba tanto que la trataría con gran cuidado e infinita delicadeza, a pesar de que sus amigas se reirían de ella por ser tan cuidadosas.
A medida que pasaba el tiempo, la niña creció, se mudó de casa, se hizo adulta, se casó, tuvo hijos, y finalmente se convirtió en una adorable viejecita con muchos nietos.
Un día, ella regresó a su pueblo original, y al encontrar su casa vieja abandonada, entró. Entre cientos de cosas viejas y recuerdos, la niña, ahora vieja, encontró su muñeca. Estaba tan bien cuidado como siempre. Se lo llevó a su casa para darle a su nieta, y a su nieta le encantó.
Cada vez que la anciana veía a la niñita jugando con ella, las lágrimas de alegría rodaban por sus mejillas, y estaba tan contenta de haber cuidado tan bien a la muñeca, de modo que ahora podía disfrutarla tanto como cuando ella era una niña, viéndolo ahora en las manos de su nieta.
Este cuento nos habla que la sabiduría suele llegar con la edad, ya que por el camino la vida nos pone la lección de soltar para vivir más livian@s y ser más generos@s y crear felicidad. Si somos capaces de recordar lo que nos da nuestros objetos más preciados, podremos crear el desafío de ser capaces de soltar algo muy valioso y entregárselo a alguien para que experimente su posesión. Elevando la mirada encontraremos que los recuerdos vividos con lo que hemos tenido, nos transforman, aprendiendo a cuestionar lo que se posee para vivir sin apejos y así ser una figura femenina fuerte en la que poder encontrar la sabiduría del amor y desapego.
En este cuento esta la energía del sello del Enlazador de Mundos del Tzolkin.
En este cuento esta la energía del sello del Enlazador de Mundos del Tzolkin.
Desde mi verdad y con todo mi amor y respeto.
Agradezco que dejes tus observaciones a este cuento, para ello lo puedes hacer más abajo en comentarios.
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FUENTES:
Autor: Pedro Pablo Sacristán
DEL CUENTO
Gracias Mikaela, k fantásticas enseñanzas, nos traen los cuentos cada día.
ResponderEliminarGracias a ti Marian por dedicar un tiempo a los cuentos y toda su sabiduría. Un abrazo
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