Un maestro dijo a sus discípulos:
"Quiero que cada uno de ustedes me traiga mañana la cosa más dulce del mundo".
Al día siguiente algunos trajeron miel, otros flores aromáticas.
Uno de ellos, sostenía en las manos una caja.
"¿Qué llevas en esa caja?" preguntó el maestro. El discípulo abrió la caja y mostró una lengua de buey.
"¿Es esto un chiste?", preguntó el maestro. "Yo os he pedido la cosa mas dulce, ¿y tú me traes una lengua?"
El discípulo contestó:
"Así es, ya que las palabras que salen de la lengua pueden hacer el bien a una persona enferma. Pueden hacer que alguien que está triste vuelva a llenarse de alegría. Ciertamente, la lengua es la más dulce de todas las cosas".
El maestro quedó satisfecho con la respuesta.
Al día siguiente les propuso otro reto:
"Debéis traerme esta vez la cosa mas amarga del mundo".
Los discípulos volvieron con todo tipo de hierbas y comidas de sabor horrible.
Pero de nuevo uno de ellos sostenía una caja.
"¿Que llevas hoy en la caja?". El maestro abrió la caja y encontró la misma lengua de buey.
"Esto sólo puede ser una broma", dijo el maestro. "Ayer la lengua era la cosa más dulce. ¿Cómo puede ser hoy la más amarga?".
"También puede ser la más amarga", contestó el discípulo. "Las palabras pueden sanar, pero también herir los corazones". Si la lengua dice palabras amargas a alguien, esta persona se entristecerá, y más tarde también lo hará la persona que dijo aquellas cosas horribles.
"Aprended esta lección", dijo el maestro. "Procurad que de vuestra boca salgan siempre dulces palabras. Y en el caso de que no podáis hacerlo, permaneced callados"
Este cuento nos recuerda que la inocencia siempre nos lleva a saber que la verbalización lleva el amor en su comunicación y que puede ser una auténtica daga cuando se usa sin conocimiento.
Saber que somos creadores de la realidad a través de las palabras nos permite elegir con libertad si nuestras palabras nutren o hieren, y que siempre tenemos cada un@ la oportunidad de callar o hablar y en este último caso es fundamental, saber de que hablar.
En este cuento está la enseñanza del sello de la Mano del Tzolkin.
Desde mi verdad y con todo mi amor y respeto.
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