– Maestro, ayer en el autobús venía una mujer bailando y contorsionándose en su asiento al compás de la música. Parecía una loca y todos la mirábamos sin decir nada. ¿Es que se puede no tener vergüenza?
– Hijo, tu deberías tener vergüenza de tu observación y pregunta. Por lo que
me dices, esa mujer era el único ser feliz en ese ómnibus; todos los demás eran palos secos preocupados de sus pequeñas cosas y del qué dirán los demás.
Este cuento nos recuerda que es lo que se da más importante en la sociedad. Es momento de conectar con nuestra belleza, nuestro arte y amarnos desde nuestro amor incondicional. La única nutrición inagotable es la felicidad, ya que nos permite elevarnos y vivir la vida desde una perspectiva dónde el disfrute está presente para todas las personas.
La enseñanza del sello del Mono del Tzolkin esta presente en este cuento.
Desde mi verdad y con todo mi amor y respeto.
Agradezco que dejes tus observaciones a este cuento, para ello lo puedes hacer más abajo en comentarios.
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FUENTES:
Del libro "Cuento Zen para la vida diaria y los negocios" de Mariano Merino
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