Una madre compró ciruelas para darlas de postre a sus hijos. Las ciruelas estaban en un plato. Vania no había comido nunca ciruelas y no hacía más que olerlas. Le gustaron mucho. Y sintió deseos de probarlas. Todo el tiempo andaba rondando las ciruelas. Y, cuando se quedó solo en la habitación, no pudo contenerse, tomó una ciruela y se la comió.
Antes del almuerzo, la madre contó las ciruelas y vio que faltaba una. Se lo dijo al padre.
Antes del almuerzo, la madre contó las ciruelas y vio que faltaba una. Se lo dijo al padre.
Durante el almuerzo, el padre preguntó:
“Decidme, hijitos, ¿no se ha comido ninguno de vosotros una ciruela?”
Todos dijeron:
“No”. Vania se puso rojo como la grana y dijo también: “Yo no me la he comido”.
Entonces, el padre dijo:
“Uno de vosotros se la ha comido, y eso no está bien. Pero no es lo peor. Lo peor es que las ciruelas tienen huesos, y si alguien no sabe comerlas y se traga uno, se muere al día siguiente. Eso es lo que temo”.
“Decidme, hijitos, ¿no se ha comido ninguno de vosotros una ciruela?”
Todos dijeron:
“No”. Vania se puso rojo como la grana y dijo también: “Yo no me la he comido”.
Entonces, el padre dijo:
“Uno de vosotros se la ha comido, y eso no está bien. Pero no es lo peor. Lo peor es que las ciruelas tienen huesos, y si alguien no sabe comerlas y se traga uno, se muere al día siguiente. Eso es lo que temo”.
Vania se puso pálido y dijo:
“El hueso lo arrojé por la ventana”.
“El hueso lo arrojé por la ventana”.
Todos se echaron a reír, pero Vania estalló en sollozos.
Desde mi verdad y con todo mi respeto este cuento nos habla de uno de los mayores amores, el de los padres al educar a sus hijos/as. A nadie le gusta regañar ni ser regañado/a. Además de que ningún progenitor/a viene con un sobresaliente en su tarea. Es el hecho de haber sido niño/a y la experiencia que se produce que cuándo llegamos a la edad adulta, podemos alcanzar la sabiduría de las emociones que vivimos en la infancia para saber cómo educar con amor y respeto para que los juegos de los/as niños/as sean reconocidos y trabajados para saber que somos guías y no dictadores. Y saber guiar sin que ellos lo perciban.
En este cuento está la enseñanza de la energía del sello del Perro del Tzolkin (calendario 13 lunas).
En este cuento está la enseñanza de la energía del sello del Perro del Tzolkin (calendario 13 lunas).
Desde el Tolzkin en todo este año 2018, estaremos influenciados por la energía de transformación creativa de la noche, sino leíste el cuento de esta energía aquí te dejo el enlace para que lo leas (pincha aquí para leerlo)
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