Eranse dos hermanitos, chico y chica, llamados Vasia y Katia. Tenían los hermanitos una gata. Al llegar la primavera, la gata desapareció. Los niños la buscaron por todas partes, pero no lograron encontrarla. Una buena mañana, los chicos estaban jugando cerca del granero y oyeron sobre sus cabezas unos maullidos muy finos. Vasia subió por la escalera a la techumbre del granero. Katia le preguntaba sin cesar desde abajo:
“¿La has encontrado? ¿La has encontrado?”
“¿La has encontrado? ¿La has encontrado?”
Vasia no le respondía. Pero, por fin, gritó:
— ¡La encontré! Es nuestra gata... Tiene gatitos. Son preciosos. ¡Sube en seguida!
Katia fue a casa en una corrida, tomó un platillo de leche y lo llevó a la gata.
Los gatitos eran cinco. Cuando hubieron crecido un poco y salían ya de debajo del ángulo de la techumbre en que habían nacido, los chicos eligieron a uno de ellos, pardo con calzas blancas, y lo llevaron a casa. La madre repartió a las vecinas los demás gatitos y consintió que los chicos se quedaran con el gatito pardo. Los niños le daban de comer, jugaban con él y, cuando se acostaban, lo subían a la cama.
Un día, los chicos fueron a jugar al camino y llevaron consigo al gatito.
El viento arrastraba la paja que había en el camino, el gatito jugaba con ella, y los chicos lo contemplaban muy regocijados. Luego encontraron cerca del camino acederas, se pusieron a recogerlas y se olvidaron del gatito.
De pronto oyeron que alguien gritaba muy fuerte:
“¡Atrás, atrás!”, y vieron que se acercaba al galope un cazador precedido por dos perros, que habían visto al gatito y querían atraparlo. Pero el tontuelo del gatito, en vez de escapar, se agazapó, arqueó el lomo y se puso a mirar a los perros. Katia se asustó de los canes y, dando un grito, se alejó corriendo. Pero Vasia se lanzó a todo correr hacia el gatito y llegó a donde se había agazapado al mismo tiempo que los perros. Estos querían atrapar al gatito, pero Vasia se echó sobre él y lo tapó con su cuerpo.
“¡Atrás, atrás!”, y vieron que se acercaba al galope un cazador precedido por dos perros, que habían visto al gatito y querían atraparlo. Pero el tontuelo del gatito, en vez de escapar, se agazapó, arqueó el lomo y se puso a mirar a los perros. Katia se asustó de los canes y, dando un grito, se alejó corriendo. Pero Vasia se lanzó a todo correr hacia el gatito y llegó a donde se había agazapado al mismo tiempo que los perros. Estos querían atrapar al gatito, pero Vasia se echó sobre él y lo tapó con su cuerpo.
Llegó al galope el cazador y espantó a los perros. Vasia llevó al gatito a casa y no volvió a sacarlo al campo.
Desde mi verdad y con todo mi respeto este cuento nos habla de la protección dedicada a servir a los demás que de manera innata el bebé gato siente su león interno y quiere hacer sentir su liderazgo a los que le atacan y aunque pudiera parecer un poco payaso en realidad da una imagen de fuerza vital increíble a pesar de su corta edad.
En este cuento está la enseñanza de la energía del sello del Dragón Tzolkin (calendario 13 lunas).
Desde el Tolzkin en todo este año 2018, estaremos influenciados por la energía de transformación creativa de la noche, sino leíste el cuento de esta energía aquí te dejo el enlace para que lo leas (pincha aquí para leerlo)
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FUENTES
AUTOR: Leon Tolstói
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