Había una vez un pobre muy viejo que no veía apenas, tenía el oído muy torpe y le temblaban las rodillas. Cuando estaba a la mesa, apenas podía sostener su cuchara, dejaba caer la copa en el mantel, y aún algunas veces escapar la baba.
La mujer de su hijo y su mismo hijo estaban muy disgustados con él, hasta que, por último, le dejaron en un rincón de un cuarto, donde le llevaban su escasa comida en un plato viejo de barro.
El anciano lloraba con frecuencia y miraba con tristeza hacia la mesa.
Un día se cayó al suelo, y se le rompió la escudilla que apenas podía sostener en sus temblorosas manos. Su nuera le llenó de improperios a que no se atrevió a responder, y bajó la cabeza suspirando. Compraronle por un cuarto una tarterilla de madera, en la que se le dio de comer de allí en adelante.
La mujer de su hijo y su mismo hijo estaban muy disgustados con él, hasta que, por último, le dejaron en un rincón de un cuarto, donde le llevaban su escasa comida en un plato viejo de barro.
El anciano lloraba con frecuencia y miraba con tristeza hacia la mesa.
Un día se cayó al suelo, y se le rompió la escudilla que apenas podía sostener en sus temblorosas manos. Su nuera le llenó de improperios a que no se atrevió a responder, y bajó la cabeza suspirando. Compraronle por un cuarto una tarterilla de madera, en la que se le dio de comer de allí en adelante.
Algunos días después, su hijo y su nuera vieron a su niño, que tenía algunos años, muy ocupado en reunir algunos pedazos de madera que había en el suelo.
-¿Qué haces? preguntó su padre.
-Una tartera, contestó, para dar de comer a papá y a mamá cuando sean viejos.
El marido y la mujer se miraron por un momento sin decirse una palabra. Después se echaron a llorar, volvieron a poner al abuelo a la mesa; y comió siempre con ellos, siendo tratado con la mayor amabilidad.
Este cuento hoy en día se vuelve muy real y nos muestra que la base de las relaciones humanas es la nutrición y más a aquellas personas que no se valen por si mismas como son los/as ancianos/as y los/as niños/as. Cuando los progenitores nos dieron escasez en un aspecto de nuestra vida o nosotros/as por nuestro carácter nos volvemos irascibles o desagradables, perdemos la gran oportunidad de generar una abundancia de un aspecto que se mantuvo en esa relación con escasez. Es la mejor manera de mejorar la herencia recibida y de embellecer una relación que quizás veamos como desagradable, cuando en el momento en que nosotros/as podemos cambiarla, lo rechazamos para hacer lo mismo que nos hicieron a nosotros/as.
Es el niño que da con generosidad el que nos muestra que aquello que ve en un adulto será lo que haga el día de mañana y seremos nosotros/as mismos/as los que le hemos educado a ese/a niño/a los que recibamos en carnes propias lo que hicimos y les enseñamos.
En este cuento está la enseñanza de la energía del sello del Espejo Tzolkin (calendario 13 lunas).
Desde el Tolzkin en todo este año 2018, estaremos influenciados por la energía de transformación creativa de la noche, sino leíste el cuento de esta energía aquí te dejo el enlace para que lo leas (pincha aquí para leerlo)
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FUENTES:
AUTOR: Hermanos Grimm
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