A Juana la Lavandera
Pedro el Carbonero vió,
Y la dijo : mira , yo
Casar contigo quisiera:
Respondió , no puede ser,
Porque lo que yo lavase,
Cuando usted se me acercase
Lo había de ennegrecer.
No se junte el inocente
Muchas veces al malvado;
Porque si el trato es frecuente,
Al fin quedará tiznado.
Este cuento nos habla de las apariencias que cortan la oportunidad de que exista un aprendizaje a través de la comunicación entre personas de oficios distintos.
Si estamos en contacto con el espíritu, escucharemos las sincronicidades que nos llevan a que la vida nos ponga a esa persona para que a través primero de la comunicación tengamos la posibilidad de crear aprendizajes transformadores de nuestra mente estancada en juicios problemáticos para alcanzar a través del libre albedrío de estar exento de pensamientos y juicios limitantes para poder aprender de alguien tan diferente a mi. Claro está siempre, desde el amor y el respeto. No se trata de cambiar a nadie sino de alcanzar una comunicación dónde encontremos un camino intermedio dónde poder estar juntos sin que lo impidan las circunstancias a superar.
La enseñanza del sello del Viento del Tzolkin esta presente en este cuento.
Desde mi verdad y con todo mi amor y respeto.
Agradezco que dejes tus observaciones a este cuento, para ello lo puedes hacer más abajo en comentarios.
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FUENTES:
De José Agustín Ibáñez de la Rentería
DEL CUENTO
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