Érase una vez una niña llamada Mouna. Mouna era una bella niña marroquí de cabellos largos y revueltos como el viento de los huracanes, tenía unos ojos negros y enormes que siempre miraban al infinito, a la nada y al todo. Vivía con sus padres en una aldea en la montaña y en su casa había un frondoso jardín. Mouna tenía la costumbre de sembrar en primavera semillas de girasol en su jardín. Cada verano florecían preciosos girasoles que día tras día cuidaba con sumo cariño para que brotaran los girasoles más bellos que jamás uno hubiera podido soñar. Y así, poco a poco, el jardín de Mouna se fue poblando de enormes girasoles que podían llegar a medir hasta tres metros de altura, con hojas alargadas de textura aterciopelada. En cada tallo asomaba una flor de dimensiones insospechadas, de color amarillo dorado como el Sol. En el interior de cada girasol se podían apreciar unas flores diminutas que formaban un círculo de donde nacían las semillas de forma plana y acabada en punta.
Mouna se fue haciendo mayor y llegó a reunir girasoles de todas las clases y tamaños. Mouna tenía la costumbre de levantarse cuando asomaba la primera luz del día y lo primero que hacía era salir al jardín y mirar los girasoles embelesada, acariciarlos uno a uno mientras les susurraba dulces palabras, les hablaba con gran emoción y les regalaba su hermosa sonrisa. Incluso en invierno, cuando el frío helaba y la lluvia granizaba, Mouna salía al jardín para ver sus girasoles.
Cada girasol tenía un nombre: Mamá, Papá, Abuelita, Abuelito, tío Baraka, tía Fátima, Abdel, Nabil, Omar, Yasmina, Aisha, Dalia, Galila, Leila, Nadia, Alim, Basil, Ghalib, Karim, Maalik, Samir, Ruth, Nasib, Aali...
Así, cada vez que alguien cercano a Mouna moría ella le plantaba un girasol para recordar que después de la muerte hay un renacer y que mientras alguien nos recuerde siempre seguiremos floreciendo en su vida.
Cuentan quienes la conocieron que el día que Mouna murió los girasoles de su jardín lloraron su muerte y que gracias al agua de aquellas lágrimas derramadas, en medio de todos los girasoles, brotó uno bellísimo y delicado que con alegría y emoción les guiñaba un ojo.
Autora: Carmina Vallverdú del Olmo
FUENTE: Facebook de Carmina Vallverdú del Olmo 25 de Enero de 2017
Mouna se fue haciendo mayor y llegó a reunir girasoles de todas las clases y tamaños. Mouna tenía la costumbre de levantarse cuando asomaba la primera luz del día y lo primero que hacía era salir al jardín y mirar los girasoles embelesada, acariciarlos uno a uno mientras les susurraba dulces palabras, les hablaba con gran emoción y les regalaba su hermosa sonrisa. Incluso en invierno, cuando el frío helaba y la lluvia granizaba, Mouna salía al jardín para ver sus girasoles.
Cada girasol tenía un nombre: Mamá, Papá, Abuelita, Abuelito, tío Baraka, tía Fátima, Abdel, Nabil, Omar, Yasmina, Aisha, Dalia, Galila, Leila, Nadia, Alim, Basil, Ghalib, Karim, Maalik, Samir, Ruth, Nasib, Aali...
Así, cada vez que alguien cercano a Mouna moría ella le plantaba un girasol para recordar que después de la muerte hay un renacer y que mientras alguien nos recuerde siempre seguiremos floreciendo en su vida.
Cuentan quienes la conocieron que el día que Mouna murió los girasoles de su jardín lloraron su muerte y que gracias al agua de aquellas lágrimas derramadas, en medio de todos los girasoles, brotó uno bellísimo y delicado que con alegría y emoción les guiñaba un ojo.
Autora: Carmina Vallverdú del Olmo
FUENTE: Facebook de Carmina Vallverdú del Olmo 25 de Enero de 2017
Este cuento nos recuerda la importamcia de expresar nuestras emociones en forma de gratitud para nutrirnos primero a nosotr@s mism@s y al hacerlo así, desearemos hacerlo con los demás. Nos recuerda que la gratitud es fuente de vida, que todo lo puede y que así conseguiremos allá dondé se necesite crear vida.
En este cuento esta la enseñanza de la energía del Dragón del Sincronario 13 lunas maya galáctico.
Si deseas escucharlo aquí te dejo el audio, PINCHA AQUÍ
Si te gusta lo que has leído te agradezco que pinches en +1 de esta publicación y te agradezco la difusión de este blog y de su contenido entre tus conocidos. ¡Gracias!
Los
creadores de estas obras aquí recopiladas nos han dado un tesoro que
perdurará en nuestra memoria y actos. Que nos ayudaran a sembrar
semillas de gratitud, alegría y bienestar entre quienes nos rodean.
Porque estar alegre nos permite compartir sin mirar con quien. Mirar la vida con los ojos de la alegría y observar sus maravillas.
Gracias
por la labor de quienes hicieron posible este aprendizaje, quienes lo
comparten y quienes lo utilizan para su crecimiento y el de los demás.
Gracias
por dedicaros vuestro tiempo en amaros y nutriros, gracias a ello
estáis aportando un cambio al mundo para vivir en armonía.
Infórmate de como te puedo guiar con mi trabajo con la risa:
* Clases semanales en sala
* Clases semanales en el Parque del Retiro
* Formación de Líder/Instructor de Yoga de la Risa
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Talleres de Risoterapia o Yoga de la Risa para eventos privados o
públicos. Donde aprendemos a través del juego desde el adulto que somos y
donde los valores son más importantes que ganar o perder
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Imparte "La Chamana de la Risa" Micaela Barrasa García
Para conocer más sobre mi formación y quien soy
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