Quiahuitzin nació cuando rayaba el alba; los pálidos rayos
de un sol tímido se filtraban por lo resquicios de la pared de adobe para
iluminar su cara. Cuando llegó al mundo, la partera dijo que cuando la niña
hablara, sus palabras darían color a una triste oscuridad...
La pequeña Quiahuitzin escuchaba en silencio todo aquello
que la rodeaba, memorizaba el canto del quetzal y los pasos de las hormigas,
sabia de memoria las canciones de la lechuza y de los coyotes tanto como la de
los grillos cuando la noche caía; Quiahuitzin sabía el nombre de todas las
cosas, de los frutos, de los animales y de quienes conformaban el pueblo, sin
embargo callaba y guardaba cada una de las palabras en la profundidad de su
corazón.
Los padres preocupados por el silencio de su hija la
llevaron con los hombres medicina, ellos solo les sugirieron paciencia.
-El día en que Quiahuitzin esté lista hablará, y cuando lo
haga su voz será la guarda de nuestra historia.
Años después los hombres venidos del mar comenzaron a
invadirlo todo y aunque el pueblo de Quiahuitzin estaba hundido en las entrañas
de los montes no tardaron mucho en dar con él, sin embargo los padres de
Quiahuitzin la pusieron a salvo; caminaron entre los árboles y barrancos
durante varios días hasta encontrar una de las grutas donde los animales
salvajes descansaban por la noche; y el jaguar y la mariposa le hablaron a
Quiahuitzin sobre lo que el futuro traía para todos y la pequeña lloró
desconsolada entre los brazos de sus padres quienes se sentían incapaces de
consolarla.
-Adiós papá, adiós mamá.
Fueron las primeras y últimas palabras que Quiahuitzin dijo
a sus padres mientras dormían, besó sus frentes antes de salir a la oscuridad y
seguir a la polilla que ya la esperaba para llevarla hacia su destino.
Quiahuitzin caminó días y noches enteras con poco que llevarse a la boca, pasó
hambre y pasó frío en la intemperie, y su techo fue el cielo y la hierba su
cama; la polilla seguía guiando su camino, cada vez más lejos de su pueblo, de
sus padres y de su pasado, cada vez más cerca de su verdadero camino.
La polilla se detuvo a la orilla de un espeso y cristalino
rió al caer el atardecer, entonces Quiahuitzin se arrojó sobre él para
refrescarse y calmar su sed, se quitó el rastro de tierra que llenaba su cuerpo
y peinó sus cabellos negros en el agua clara, luego se dejó caer de espaldas en
la corriente para escuchar la voz del espíritu del río que le hablaba.
- Escucha atenta Quiahuitzin, lluviecita. Eres la hija pequeña de Chalchiuhtlicue, la madre de las aguas; tu voz fluirá entre ríos y lagos dentro y fuera de la tierra hasta llegar al mar. Serán tus palabras las que lleven la historia de los hombres y mujeres de tu pueblo más allá de las fronteras humanas, más allá del olvido y la muerte. Deberás ir de pueblo en pueblo, entre montañas y desiertos, ciudades y ruinas, valles y costas para aliviar con tus palabras el dolor de tu pueblo. Tu voz les recordará quienes son, será un bálsamo para la melancolía. En tus palabras están impregnadas la gloria y la sangre, la flor y el recuerdo. Ahora ve, hija del río a cumplir tu destino...
- Escucha atenta Quiahuitzin, lluviecita. Eres la hija pequeña de Chalchiuhtlicue, la madre de las aguas; tu voz fluirá entre ríos y lagos dentro y fuera de la tierra hasta llegar al mar. Serán tus palabras las que lleven la historia de los hombres y mujeres de tu pueblo más allá de las fronteras humanas, más allá del olvido y la muerte. Deberás ir de pueblo en pueblo, entre montañas y desiertos, ciudades y ruinas, valles y costas para aliviar con tus palabras el dolor de tu pueblo. Tu voz les recordará quienes son, será un bálsamo para la melancolía. En tus palabras están impregnadas la gloria y la sangre, la flor y el recuerdo. Ahora ve, hija del río a cumplir tu destino...
Quiahuitzin obedeció e hizo todo lo que el río le dijo. Fue
de un extremo a otro llevando consuelo con sus palabras y la gente se reunía
para escucharla hablar con la voz de los ancestros en la lengua que les había
sido arrebatada. Y cuando hablaba las mujeres lloraban de alegría y a los
hombres se les henchía el corazón; todos por igual recordaban las historias que
Quiahuitzin les contaba; los niños de las aldeas la miraban mágica y etérea
pues mientras hablaba alrededor de las fogatas, las chispas danzaban y se
elevaban con el humo hasta llegar al cielo, en donde sus abuelos vivían.
Los blancos comenzaron a llamarle La Bruja de la Palabra
pues decían que con sus palabras hechizaba a la gente, ya que después de hablar
con su pueblo y alejarse por los caminos polvosos siguiendo al río, las
revueltas comenzaban y los indígenas se negaban nuevamente al sometimiento.
Los blancos llenaron de miedo el corazón de los pueblos,
dijeron que la bruja estaba maldita, que era la voz de la oscuridad la que
hablaba por su boca. Y entonces algunos comenzaron a temerle a Quiahuitzin,
preferían no escucharla, preferían olvidar para no morir. Querían vivir en el
olvido y en el miedo pero vivir. Y poco a poco la magia de Quiahuitzin se fue
perdiendo, ya nadie se acercaba a ella cuando llegaba a los pueblos. Le negaban
refugio y comida para que se alejara pronto y la bruja, con sus palabras y su
voz se fueron con el río antes de que este se secara.
Aunque dicen algunos que aún se le encuentra donde hay agua,
que su voz es como la de las sirenas y que sus palabras aún tienen la fuerza de
la grandeza de su raza. Otros dicen que Quiahuitzin murió para renacer en una
nueva era en donde las palabras se escriben en papel para que la gente las lea,
y que de esta manera la bruja de la palabra podrá cumplir con su destino pues
podrá llevar las historias de su pueblo de nuevo al corazón de la gente, para
que no olviden, para que no teman a pesar de la vida o a pesar de la muerte...
En este cuento se nos invita a realizar una comunicación desde nuestra esencia, para que las palabras que salen de nuestra boca sean las palabras sabías de los ancestros, de nuestra esencia divina, de los ancinanos sabios que hemos conocido, para que así seamos la palabra hecha carne para que quienes su comunicación con su esencia se entrecorta o esta cortada, reciban la información que necesitan para activar su sabiduría interna.
En este cuento esta la enseñanza de la energía del Viento del Sincronario 13 lunas maya galáctico.
En este cuento esta la enseñanza de la energía del Viento del Sincronario 13 lunas maya galáctico.
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Los
creadores de estas obras aquí recopiladas nos han dado un tesoro que
perdurará en nuestra memoria y actos. Que nos ayudaran a sembrar
semillas de gratitud, alegría y bienestar entre quienes nos rodean.
Porque estar alegre nos permite compartir sin mirar con quien. Mirar la vida con los ojos de la alegría y observar sus maravillas.
Gracias
por la labor de quienes hicieron posible este aprendizaje, quienes lo
comparten y quienes lo utilizan para su crecimiento y el de los demás.
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Imparte "La Chamana de la Risa" Micaela Barrasa García
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